Para Yrene Estévez Salcedo la agricultura es un estilo de vida, una pasión. Lo ha sido desde que se casó y junto a su esposo decidieron que esa iba a ser su principal fuente de ingreso económico. De eso ha pasado más de un cuarto de siglo, en el que han crecido debido a la constancia y al deseo de hacer las cosas bien.
“Las cosas se hacen bien o no se hacen”, afirma Estévez quien está radicada en Socopó, estado Barinas, y donde tienen las fincas La Sotoreña y Los Gabanes, que suman 300 hectáreas en las que se dedican al cultivo de maíz, tanto blanco como amarillo, en el denominado eje cerealero andino.
Siembran todo el año, es decir, en el ciclo de invierno y en el norte verano, porque las condiciones climáticas son favorables, ya que están junto al piedemonte andino, una “tierra bendita”, de excelente calidad.
Antes los financiaban en Barinas, pero ya no hay organismo público o privado que lo haga, por eso decidieron “emigrar” hasta Portuguesa, donde consiguieron el apoyo decidido de la Asociación de Productores Agrícolas de Venezuela (Aproven), consorcio donde tienen ya cinco años.
Poco a poco y sin descanso
Tanto Estévez como su esposo, vienen de familias de pequeños productores, dedicados especialmente al área pecuaria. Se casaron cuando ella tenía 15 años y se consagraron a las labores del campo. Comenzaron alquilando una o dos hectáreas y cada año iban sembrando más superficie de tierra, que fueron adquiriendo poco a poco, hasta llegar a lo que tienen hoy.
Han sido más de 25 años de trabajo tesonero y con visión de futuro, de esfuerzo constante para llevar adelante esta labor y a la familia, que la conforman dos hijas, una Farmacéutica y la otra ya bachiller y dedicada al quehacer del campo.
La productora asegura con orgullo que el mayor valor que tienen es el equipo de trabajo, “que lo conformamos mi esposo, mis hijas, el yerno; la familia está comprometida; además de que contamos con obreros que tienen más de 15 años con nosotros y que son parte esencial del proceso”.
A este equipo -señaló- nos caracteriza la constancia, el deseo de hacer las cosas bien. Algunas veces pensamos que somos muy perfeccionistas, pero las condiciones en que estamos nos obligan a aspirar la excelencia. O se hacen bien las cosas o no se hacen, porque si no, pierdes. Nos ha ido bien, hemos experimentado ciclos buenos y malos, nuestro norte es, primero que nada, honrar los compromisos adquiridos. En todos los años que tenemos como familia trabajadora, hemos cumplido con nuestras obligaciones con empresas privadas y organismos públicos.
No importa la distancia
Desde hace cinco años, Yrene Estévez y su esposo, forman parte del grupo de agricultores que financia la Asociación de Productores Agrícolas de Venezuela (Aproven), a donde llegaron por recomendación.
En Barinas -recuerda- hubo un momento en que no contábamos con financiamiento y un amigo nos sugirió Aproven. Cuando vinimos, hablamos con Nicolás Romano y él nos tendió su mano. Ese mismo año recibimos financiamiento y comenzamos a trabajar de una vez.
Aunque de Socopó hasta la sede de Aproven son cuatro horas, esto no ha sido impedimento para que la relación comercial funcione de manera excelente. Ellos mismos se encargan de retirar los insumos. “Gracias a Dios la entrega es oportuna y todo el personal de Aproven es muy colaborador, nos prestan ayuda porque saben que venimos de lejos. Somos los primeros en recibir insumos, debido a que estamos en el eje andino, allí entran las lluvias antes que en otros sectores; por supuesto, también somos los primeros en cosechar”, agregó.
Un estilo de vida
Estévez habla con ímpetu de la agricultura, a la que califica como un estilo de vida, una pasión.
Es algo -prosiguió- con lo que se nace y una vez que estás inmerso en ella y le agarras amor; te hace tener una conexión muy fuerte con Dios, con la fe. Los agricultores estamos en una constante sintonía con el Creador.
Indica que el que escoge este oficio pasa por muchos momentos de estrés, de preocupación, porque no depende solo de la mano del hombre, también de las condiciones climáticas, corriéndose un riesgo muy grande.