Desde muy joven, Filiberto Antonio Colmenares siempre tuvo claro lo que quería hacer en su vida: dedicarse a la producción de alimentos, un oficio que aprendió y heredó de su padre y que exige dedicación completa los 365 días del año.
Colmenares es un agricultor por pasión y tradición familiar.
“Yo he vivido en ese ambiente desde pequeño y puedo decir con orgullo que soy un agricultor exitoso, solvente”, expresa con un tono de satisfacción.
De los 59 años que tiene, 45 se he metido de lleno la agricultura, en las 730 hectáreas ubicadas em el sector Juana María de Santa Cruz de Turén y que fueron heredadas de su padre, ya fallecido. Esta extensión de tierra la dividieron entre todos sus hermanos, quienes también se dedican a este oficio.
Mi papá -recuerda- tenía todas sus tierras en plena producción. Sembraba sorgo, ajonjolí y arroz y contaba con toda la infraestructura para desarrollar estos cultivos.
Desde el año 95, su padre incursionó en la siembra de maíz, un cultivo del que se enamoró por ser fascinante desde que comienza a germinar la semilla hasta que se desarrolla la mazorca, además de rentable.
La tradición de sembrar este cereal la continuó Filiberto Colmenares y actualmente -junto a su hijo, dos yernos y siempre en compañía de su esposa, Ada Wyatt- produce maíz blanco en una superficie de 160 hectáreas.
Atención personalizada
Desde que entró en el cultivo de maíz, Colmenares trabajó con varias asociaciones y desde hace aproximadamente una década forma parte de la Asociación de Productores Agrícolas de Venezuela (Aproven) donde -expresó- se siente a gusto.
-Mi experiencia con Aproven, ha sido muy buena. Aquí existe un trato directo y personalizado con cada agricultor y esto es importante, porque su presidente, Nicolás Romano, conoce de manera directa nuestras necesidades y les busca solución, manifiesta.
Además, afirma que Aproven siempre ha entregado a tiempo todo lo necesario para la siembra.
“Aquí no se andan dando carreras, todo está a tiempo para que podamos sembrar”, dice.
Cree que parte de su éxito se debe a que no improvisa y cumple con las especificaciones que dan los técnicos en cada ciclo de cultivo.
“No todos los años son iguales, y a veces uno pone todo su empeño y las cosas no salen como estaba previsto, porque la agricultura depende de múltiples factores; por eso además de nuestra intuición y de lo que hemos aprendido a lo largo de los años, debemos cumplir con lo que nos dicen los técnicos”, señala.
Filiberto Colmenares retribuye el apoyo que le brinda Aproven siendo solvente. “Nunca he quedado debiendo”, acota este productor que en este ciclo 2022, espera un rendimiento superior a los 8 mil kilos por hectárea.
Amor y dedicación
A pesar de todos los problemas y sacrificios que implica el trabajo en el campo, la vocación y el apego que siente por la tierra heredada de su padre, hace que Filiberto Colmenares no se plantee abandonar la agricultura.
“A mí me gusta este trabajo porque lo disfruto y porque sé que continúo una tradición familiar. Nadie me ha obligado a hacerlo. Soy agricultor por decisión propia y nunca he pensado en dedicarme a otra cosa”, asegura.