Juan Gallardo aprendió de Concho Quijada todo lo que sabe de la agricultura

Haber tenido el privilegio de ser por años el pupilo de un maestro de la talla de Don Concho Quijada, uno de los 12 Apóstoles de la agricultura venezolana, le ha abierto a Juan Gallardo las puertas al conocimiento, a la innovación; pero también ha significado para él un compromiso moral, en el que rendirse no es una opción.

“La agricultura es un permanente aprendizaje. Tenemos que investigar constantemente”, asegura Gallardo, quien forma parte de una familia de tradición agrícola.

Es un enamorado de su trabajo, en el que comenzó de manos de su padre, que ha labrado la tierra toda su vida, y de su abuelo, que se dedicaba a la ganadería, sustituyendo finalmente esta última por el cultivo de diferentes rubros.

Con orgullo, Gallardo afirma que viene de una familia “que se ha superado poco a poco, teniendo a la agricultura como actividad económica”.

Aprendiendo del mejor

En esta aventura se inició a muy temprana edad. Llegó a Agropecuaria Choro “jovencito, como a los 13 años”, donde fue escalando posiciones hasta convertirse en sembrador, todo bajo la orientación y mirada atenta de Don Concho Quijada.

Con Don Concho -asegura- aprendí bastante, era un hombre muy inteligente, que tenía grandes conocimientos de agricultura y negocios, que le gustaba compartir. Trabajé y aprendí mucho, incluso a nivelar con láser.

Agradece la oportunidad que le dio Quijada de ser sembrador, así como su confianza, ya que una vez que comprobó que había aprendido bien, le consultaba su opinión sobre si la tierra estaba apta para sembrar con mínima labranza o había que rastrear, así como en otras cuestiones relativas al cultivo. “Lo que yo le decía, lo tomaba como cierto, lo que es motivo de orgullo para mí”, comentó.

Cultivo propio

Aunque en la práctica es el encargado de Agropecuaria Choro, una porción de esas tierras la cultiva de ajonjolí en verano y de maíz en invierno.

-Este es un oficio que a mí me gusta. Comencé sembrando 10 has., luego 15, 20 hasta llegar a 220 hectáreas. Tengo una sociedad con Alejandro Quijada y compartimos las ganancias. Él me ayuda con el maíz y yo con la caña, prácticamente estoy encargado de la finca, manifestó.

Con Quijada también comparte la pasión por la investigación agrícola, por la innovación y el uso de las nuevas tecnologías, que les permitan lograr un mayor rendimiento a menor costo, a través de prácticas amigables con el medio ambiente, como la lumbricultura. En la actualidad, trabajan con varios ensayos en el rubro del maíz y en la caña de azúcar.

Juan Gallardo es uno de los agricultores que cuenta con financiamiento de la Asociación de Productores Agrícolas de Venezuela (Aproven), con la cual tiene tres años.

“Estoy complacido con el apoyo de Aproven, de Nicolás Romano quien, tanto en lo financiero como en lo técnico, nos ha garantizado la siembra. Romano nos representa, nos da la cara todos los días, resolviendo los problemas. Por ese lado estamos bien, porque uno va a otra empresa y nunca ve al dueño. Aquí sí lo vemos y nos soluciona los problemas”, expresó.

Otra generación

A sus 42 años, la historia de Juan Gallardo continúa ligada a la tierra. Su vocación y curiosidad le han reportado ya una valiosa experiencia que no duda en compartir sin complejos, especialmente a sus hijos de 23 y 18 años, que se han convertido en sus sembradores.

Es un convencido de que para ser agricultor tiene que gustarte este oficio, ya que cualquier rubro que se siembre “hay que tratarlo como un muchacho chiquito, atenderlo constantemente. En nuestro quehacer dos y dos a veces no son cuatro… Hay épocas del año muy difíciles, semanas que no tienen sábados ni domingos”, acota.

Gallardo ve, a mediano plazo, bastante dura la producción agrícola, por las adversas condiciones que existen; no obstante, asegura que hay que seguir luchando por mantenerse en esta actividad que es fundamental para el desarrollo de cualquier país.

Comparta esto...