Wilfredo “Guayaba” Mendoza nunca quiso ni ser policía, ni médico, ni bombero, como ansían la mayoría de los niños. Su anhelo era estar montado en un tractor y sembrar; y por eso hoy se siente afortunado de haber cumplido su sueño.
“Nunca quise ser otra cosa sino agricultor, por eso agradezco a la vida estar trabajando desde los 11 años en lo que me gusta”, afirma “Guayaba” Mendoza, quien proviene de una familia de agricultores, por lo que ha estado ligado a la tierra desde siempre.
Su abuelo y su padre se dedicaron toda la vida a la agricultura, en el mismo lote que él hoy cultiva, denominado “Los Jobos” y que está ubicado en el caserío Choro Gonzalero, del municipio Esteller, donde nació y se crio Es el penúltimo de 5 hermanos, dos de los cuales ya fallecieron.
Detalla que, en un principio, eran 100 hectáreas, pero el río se cobró la mitad y hoy le quedan 50 has, que las dedica a la siembra de maíz en invierno y sorgo en verano.
Ejemplo perenne
“Guayaba”, apodo que le dicen desde niño, debido a lo rojizo de su piel, se siente orgulloso de haber tenido un padre extraordinario, Jesús Mendoza, conocido como «Manochú», fallecido hace nueve años. De él aprendió no solo lo que sabe del campo, sino a conducirse en la vida con rectitud, honradez y trabajo.
A su padre lo tiene como ejemplo perenne, una guía a seguir. «Era un hombre muy conocido, muy adeco, y de una honestidad intachable. Por muchos años fue gerente del Instituto de Crédito Agrícola y Pecuario (Icap) y salió como entró, con su frente en alto, porque era un hombre honesto, que creía que la palabra era un contrato y, por lo tanto, había que cumplirla y respetarla. Se le presentó la oportunidad de enriquecerse y no lo hizo, todo lo que tuvo fue por su esfuerzo, y esas enseñanzas las tengo siempre en mente», aseveró.
Cuando lo financiaba algún organismo público o privado, y le iba mal, mi papá prefería quedarse sin medio y honrar el compromiso. En ningún lado usted verá a mi padre o a mí como insolvente y eso es algo de lo que me siento orgulloso, acota.
Con todos los hierros
Recuerda que, en una oportunidad, su papá quebró no por su responsabilidad, sino por la del hijo de un socio que le jugó sucio. Esto lo desmotivó y decidió abandonar el oficio y vivir del arriendo de las tierras, por lo que “Guayaba” se vio en la necesidad de buscar trabajo en otros predios, batiendo barro incluso de noche.
Esta situación la mantuvo durante algún tiempo, hasta que se decidió y “rescató” las tierras familiares y desde entonces las ha puesto a producir. Cuando asumió la responsabilidad del lote, tenían apoyo crediticio del Fondas hasta que su padre, a nombre de quien estaba el crédito, falleció.
De allí trabajó con una asociación, pero se agotó la relación comercial y decidió tocar las puertas de la Asociación de Productores Agrícolas de Venezuela (Aproven), con la que trabaja desde hace seis años.
De Aproven resalta el trato, la comunicación y la coordinación para organizarse antes y durante el período de siembra y cosecha, factores que facilitan el día a día al agricultor.
También valora la respuesta rápida a los problemas, y el sentir que forma parte de una empresa sólida, le genera confianza y le alienta a continuar la relación comercial.
Para retribuir el apoyo que le da Aproven, Wilfredo Mendoza obtiene altos rendimientos. “Si nos dan todo puntualmente, lo lógico es que rindamos, para que tanto la empresa como nosotros ganemos”.
A tiempo completo
“Guayaba” afirma que el de labrar la tierra es un oficio de tiempo completo, donde no hay que descuidarse y hacer todo en el momento indicado.
Además -prosigue- quien se dedique al campo, debe saber administrarse bien para evitar ir a la quiebra.
Las enseñanzas de su padre, se las transmite a sus 7 hijos. Los mayores lo ayudan en la siembra, al igual que uno de sus hermanos, un sobrino y su yerno, todo con el objetivo de continuar el legado familiar de trabajar la tierra.
A mis hijos -añade- siempre les transmito las enseñanzas de mi padre. La igualdad, la sinceridad, tener palabra son mis normas de vida y aspiro que también lo sean para ellos.
Wilfredo Mendoza no hace otra cosa que no sea sembrar, trabajar honradamente. Lo suyo es el campo, labrar la tierra y espera que así sea hasta el final de sus días.